Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas https://mariahnmpw644711.glifeblog.com/37243532/el-cabezazo-que-definió-la-copa-del-mundo